Manifiesto
Creo en la naturaleza, en los pájaros, en la mirada poética en la vida cotidiana y la ternura de la infancia. Creo en el centro y en la periferia del círculo. Creo en el fuego que abriga mi casa. Creo en las rondas al aire libre, el cuerpo colectivo. Creo en la transformación. Creo en la diversidad, en las posibilidades, en el autocuidado y sus descuidos, en la liviandad y la gravedad, creo en el misterio del lenguaje simbólico y abstracto, en el coraje y los miedos. Creo en la sabiduría del tiempo, en demorarse en lo bello. Creo en el mar, en la luna y el sol. Creo en cuidar la semilla. Creo en la humildad que necesito para recordar que sólo soy un puntito en el cosmos y que a la vez el cosmos habita en mí. Creo en la unidad, en las partes y en el todo. Creo en los vínculos. Creo en el buenvivir porque creo en la cosmovisión ancestral andina. Creo en la música, la palabra y el silencio. Creo en mis ojos, que me permiten ver todo con asombro. Creo en la libertad, en la creatividad cotidiana. Creo en el arte como vehículo, como medio y como fin.